domingo, 24 de diciembre de 2017

Evangelio del dia

Evangelio según San Lucas 1,26-38. El Ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen que estaba comprometida con un hombre perteneciente a la familia de David, llamado José. El nombre de la virgen era María. El Ángel entró en su casa y la saludó, diciendo: "¡Alégrate!, llena de gracia, el Señor está contigo". Al oír estas palabras, ella quedó desconcertada y se preguntaba qué podía significar ese saludo. Pero el Ángel le dijo: "No temas, María, porque Dios te ha favorecido. Concebirás y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús; él será grande y será llamado Hijo del Altísimo. El Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre y su reino no tendrá fin". María dijo al Ángel: "¿Cómo puede ser eso, si yo no tengo relaciones con ningún hombre?". El Ángel le respondió: "El Espíritu Santo descenderá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra. Por eso el niño será Santo y será llamado Hijo de Dios. También tu parienta Isabel concibió un hijo a pesar de su vejez, y la que era considerada estéril, ya se encuentra en su sexto mes, porque no hay nada imposible para Dios". María dijo entonces: "Yo soy la servidora del Señor, que se cumpla en mí lo que has dicho". Y el Ángel se alejó.

martes, 19 de diciembre de 2017

Por que los empleados abandonan sus lugares de trabajo

Es impresionante cuán común es ver a jefes quejándose de que sus mejores empleados renuncian. Y sí deben quejarse de ello ya que pocas cosas son tan costosas y disruptivas para una empresa como la salida de un buen elemento.

Muchos directores tienden a adjudicar la rotación de empleados a su cargo a cientos de razones, mientras ignoran la raíz del problema: los buenos empleados no se alejan de su trabajo, se alejan de los malos jefes.

Lo triste es que estas renuncias pueden evitarse. Lo único que se requiere es una nueva perspectiva y un esfuerzo extra de parte del mánager.

Necesitamos entender cuáles son las nueve cosas que los jefes hacen que obligan a los buenos trabajadores a renunciar.

1. Sobrecargan de trabajo 
Nada desgasta a los buenos empleados tanto como una sobrecarga de labores. Es muy tentador sacarle todo el provecho a los mejores elementos, pero presionar demasiado a los elementos positivos de un equipo los hace sentir castigados por ser buenos en su labor. Es una medida contra productiva. Un nuevo estudio en la Universidad de Stanford demuestra que la productividad por hora disminuye dramáticamente cuando la semana laboral excede las 50 horas de trabajo.

Si debes incrementar la carga de responsabilidades de un buen empleado, tendrás que subirlo de puesto y salario. Los empleados talentosos son capaces de asumir nuevas obligaciones, pero no se quedarán si se empiezan a sentir sofocados. Si solo le das más trabajo a una persona “porque puede con la carga” sin cambiar algo de su condición, buscará un nuevo empleo que le dé lo que merece.

2. No reconocen las contribuciones de los demás
Es muy fácil subestimar el poder de una “palmadita en la espalda”, especialmente cuando hay empleados buenos que acostumbran a dar buenos resultados. A todos nos gusta recibir las gracias por nuestros esfuerzos, sobre todo aquellas personas que constantemente se esfuerzan en ser mejores. Los jefes deben ser capaces de encontrar qué hace que sus mejores empleados se sientan bien (para algunos es un aumento, para otros es el reconocimiento público).  

3. No les importan sus empleados
Más de la mitad de las personas que abandonan su empleo lo hacen porque tienen una pobre relación con su jefe. Las compañías más inteligentes se aseguran de que sus directivos sepan balancear ser profesionales con ser humanos. Estos son los directores que celebran el éxito de un empleado, son empáticos con aquellos que están pasando dificultades y son capaces de enfrentar a las personas que pueden mejorar. Es imposible trabajar para una persona por más de ocho horas al día cuando no le interesa otra cosa más que el producto y las cifras que entregas.

4. No honran su palabra 
Cuando cumples con lo que prometes, creces a los ojos de tus empleados porque pruebas ser de confianza y honorable (dos cualidades imprescindibles para un jefe). Pero cuando no actúas según lo dicho, te muestras como un ser irrespetuoso al que no le importa nada ni nadie. Después de todo, si el jefe no cumple con su palabra, ¿por qué habrían de hacerlo los demás?

5. Promueven a las personas incorrectas
Los empleados que trabajan muy duro suelen querer colaborar con colegas que se esfuercen de la misma manera. Cuando los jefes no se afanan en contratar buenas personas, se desmotivan. Promover a los empleados incorrectos es aún peor. No hay un insulto mayor que asciendan al compañero que no hace nada cuando tú trabajas con todo tu esfuerzo.

6. No dejan que las personas persigan sus sueños
Los empleados talentosos suelen ser muy apasionados. Ofrecerles oportunidades para perseguir sus sueños mejora su productividad y la satisfacción con su trabajo. Pero muchos jefes quieren que sus empleados trabajen dentro de una cajita hecha de reglas.  Temen que la productividad disminuya si sus trabajadores no están enfocados 300 por ciento en su trabajo. Sus miedos carecen de fundamento porque estudios demuestran que las personas que son capaces de seguir sus pasiones dentro de sus empleos experimentan una especie de “subidón”, un estado mental de euforia que les permite ser hasta cinco veces más productivos que los demás.

7. No saben desarrollar las habilidades de su gente
Hay jefes que desconocen la operación diaria de sus empleados y que tratan de excusarse diciendo que confían en ellos y que sus trabajadores son autónomos. Esto es una tontería. Los buenos gerentes dirigen, sin importar que tan talentosos sean sus colaboradores. Ponen atención a las labores de sus equipos y constantemente ofrecen retroalimentación. 

Al ser jefe te toca encontrar las áreas de oportunidad de tus mejores empleados para que puedan desarrollarse. Si no lo haces, tus colaboradores se aburrirán y se irán.

8. Fallan en impulsar la creatividad 
Los empleados más talentosos buscan mejorar todo lo que tocan. Si les quitas la habilidad de innovar porque solo te sientes cómodo con el status quo, harás que odien sus trabajos. Encerrar el deseo innato de mejorar no solo limita a tu equipo, te limita a ti.

9. No desafían a las personas
Los grandes jefes provocan a sus empleados para lograr cosas que antes parecían imposibles. En lugar de fijar metas mundanas, ponen objetivos que impulsan a la gente a salir de su zona de confort. Después, hacen todo cuanto pueden por apoyar a sus equipos a lograrlos. Cuando las personas inteligentes se la pasan haciendo cosas demasiado fáciles o aburridas, empiezan a buscar otros empleos que los desafíen intelectualmente.

En conclusión, si quieres que los mejores miembros de tu equipo se queden en tu empresa, debes pensar muy cuidadosamente cómo los tratas. Los buenos empleados aguantan mucho, pero su talento les da abundancia de opciones. Tienes que lograr que quieran trabajar para ti. 

lunes, 18 de diciembre de 2017

El 12 de agosto 2015 se desarrolló́ el cuarto encuentro de “Diálogos para la educación secundaria” organizado por UNICEF y FLACSO, a través de su Programa Educación, Conocimiento y Sociedad. Asistieron estudiantes de escuelas secundarias de Córdoba, Salta, Ciudad de Buenos Aires y Provincia de Buenos Aires.

El 12 de agosto 2015 se desarrolló́ el cuarto encuentro de “Diálogos para la educación secundaria” organizado por UNICEF y FLACSO, a través de su Programa Educación, Conocimiento y Sociedad. Asistieron estudiantes de escuelas secundarias de Córdoba, Salta, Ciudad de Buenos Aires y Provincia de Buenos Aires. Mediante un taller los jóvenes presentaron a sus escuelas, debatieron y plantearon su punto de vista acerca de la escuela actual y la del futuro

Algunas de las ideas fuerza surgidas del Diálogo:

– Se aprende mejor en las clases que son dinámicas, en donde se puede producir y cuando tienen en cuenta cómo somos.– Los alumnos somos muy diferentes y aprendemos de diversos modos por eso necesitamos estrategias de enseñanzas variadas.– Aprendemos cuando somos protagonistas y nuestros sentimientos son considerados, también cuando no es fijo el lugar de los profesores y alumnos. Aprendemos al tener oportunidades de dar clase a nuestros compañeros, al explicarle a otros cómo hicimos lo que logramos y al exponer las maneras en que podemos resolver diferentes cuestiones.– Las clases donde más se aprende son las que ofrecen un buen diálogo entre todos, las que tienen explicaciones y argumentos claros, las que presentan otras formas de enseñar que resultan interesantes, las que son más integradoras y permiten conocernos con nuestros pares (compartir sólo un aula no es conocerse).– Se aprende más cuando trabajamos con nuestros pares y podemos debatir acerca de lo que cada uno comprendió y cómo.– Se valoran las clases en donde todos somos respetados, podemos participar y cuando se puede preguntar sin tener temores a las burlas de los otros.– Se valoran las clases donde se contemplan las situaciones y los problemas de los alumnos.– Los buenos profesores son los justos, aquellos que evalúan el esfuerzo personal y el aprendizaje (no a través de una prueba escrita, sino todo el proceso, teniendo en cuenta de dónde parte cada alumno y qué cosas va logrando); los que respetan las fechas cuando hay evaluaciones o entrega de trabajos, y los que tienen buen trato .– También son buenos profesores los más exigentes porque te ayudan a ser competente para tu futuro.– Los buenos profesores son los que piensan clases entretenidas y que incorporan temas que te empiezan a interesar. Los que tienen vocación y les apasiona lo que hacen.– Son buenos profesores los que escuchan cuando no entendés, te explican y motivan a estudiar, como también los que comprenden que podés tener problemas.– Se destacan los profesores que tienen vocación para enseñar, que se comprometen con su trabajo y preparan las clases, los que te dan algo más para que sigas aprendiendo y los que asisten a dictar clases.– Los buenos profesores también aprenden de los alumnos y a veces les dejan un espacio de la clase para que enseñen lo que saben.– Se valoran las escuelas que permiten desarrollar los conocimientos y te podes expresar en libertad. También aquellas que facilitan crear nuevos vínculos. Es importante la presencia de discusión política en las escuelas, siempre que se puedan plantear diferentes puntos de vista y no uno solo.– Se valoran los espacios de taller donde se aprenden diferentes actividades artísticas.– Las escuelas tienen muchas dificultades de infraestructura, sobre todo las que se ubican en los barrios más humildes. Hay diferencias muy importantes en las condiciones edilicias. El Estado debería hacerse cargo de esto y supervisar adecuadamente para que se solucionen estos problemas. También debería haber una supervisión desde los alumnos, profesores y directivos.– Existen algunas escuelas donde los directivos no permiten el desarrollo de actividades tales como centros de estudiantes y consejos de convivencia. Estos espacios son muy necesarios también para la formación y para mejorar la manera en que se vive la escuela. Es importante escuchar a los alumnos, para mejorar la escuela, y considerarlos en las decisiones institucionales.– Hay desigualdad en las formas de enseñar las materias y en los proyectos de las escuelas. Algunas tienen muchas alternativas y se trabaja de manera diferente: talleres, dan herramientas para la inserción en el mercado de trabajo, en la orientación vocacional, tienen formas más actuales para el trabajo en el aula y prueban otras maneras de evaluar.– Las desigualdades que hay se deben a la falta de espacio, de compromiso e iniciativa y hay muchas escuelas que no tienen materiales disponibles para llevar a cabo estas propuestas.– En algunas escuelas faltan más oportunidades de inclusión y no se aprovecha el tiempo.– Sería muy importante tener experiencias de prácticas o pasantías laborales que se desarrollen desde las escuelas, también visitas periódicas en los últimos años de profesionales y estudiantes de distintas carreras universitarias que puedan contar de qué se trata lo que estudian/estudiaron, así se tienen más opciones para elegir.– Nos llevamos de la escuela: responsabilidad, sabemos que no hay nada regalado en la vida; aprendimos a organizar el tiempo y a contar con un método de estudio; adquirimos la capacidad de dialogar para resolver nuestros problemas y logramos formar ahí nuestra identidad.– También nos llevamos de la escuela una mirada creativa para enfrentar los problemas diarios, incluyéndonos en la sociedad como miembros partícipes de la misma.– En la escuela adquirimos concientización sobre la inclusión, el respeto, la solidaridad, el pensamiento crítico, la no discriminación, la sensibilidad social y la participación política. También, conocimos a personas que en otras circunstancias no hubiéramos conocido. Aprendimos a socializar.– A la escuela le faltan profesores capacitados para enseñar de distintas maneras (en clases dinámicas, aprovechando la tecnología y de una forma variada porque cada uno aprende de distintas formas), y a los profesores que hay les falta un mejor sueldo y reconocimiento de su trabajo.– Falta un ambiente adecuado en relación con la infraestructura y ofrecer más espacios recreativos, tanto artísticos como deportivos.– Es necesario que los profesores estén preocupados por el aprendizaje de los alumnos, porque la obligación de ellos es que sus alumnos efectivamente entiendan.– A la escuela le falta brindar una formación política neutral, para que tengamos información para tomar nuestras decisiones.– A algunas escuelas les falta neutralidad religiosa, deberían ser laicas.– Las escuelas deben ser espacios que promuevan el derecho a la opinión, donde todos los alumnos puedan expresarse y ser escuchados.– Se necesita más trabajo y contenidos en Educación Sexual Integral, que no en todas las escuelas se enseña.– Sería importante que los alumnos también puedan proponer temas a tratarse en las clases.“Diálogos Para La Educación Secundaria”

Categorías: escuela secundaria

Etiquetas: abandono escolar,deserción escolar,Hagamos algo por la Educación

jueves, 14 de diciembre de 2017

San Juan de la Cruz

San Juan de la Cruz Nació en 1542 en la provincia de Ávila (España). Tras la muerte de su padre, la familia debe emigrar a Medina del Campo. Entra en el Colegio de la Doctrina, siendo acólito de las Agustinas de la Magdalena, donde le conoció don Alonso Álvarez de Toledo quien lo colocó en el hospital de la Concepción y le costea los estudios para sacerdote. Los jesuitas fundan en 1551 su colegio y allí estudió Humanidades. En 1567 lo ordenaron sacerdote. Entonces tiene lugar el encuentro fortuito con la madre Teresa en las casas de Blas Medina. nicia su vida de carmelita descalzo en Duruelo y ahora cambia de nombre, adoptando el de Juan de la Cruz. Pasa año y medio de austeridad, alegría, oración y silencio en casa pobre entre las encinas. Luego, la expansión es inevitable; reclaman su presencia en Mancera, Pastrana y el colegio de estudios de Alcalá; ha comenzado la siembra del espíritu carmelitano. La monja Teresa quiere y busca confesores doctos para sus monjas; ahora dispone de confesores descalzos que entienden -porque lo viven- el mismo espíritu. Por cinco años es Juan el confesor del convento de la Encarnación de Ávila. La confianza que la reformadora tiene en el reformador -aunque posiblemente no llegó a conocer toda la hondura de su alma- se verá de manifiesto en las expresiones que emplea para referirse a él; le llamará "senequita" para referirse a su ciencia, "santico de fray Juan" al hablar de su santidad, previendo que "sus huesecicos harán milagros". Morirá en 1591.

La Samsung Notebook 9

La Samsung Notebook 9 recibe chips Intel de 8a generación y es súper ligera https://www.cnet.com/es/analisis/samsung-notebook-9-15-inch-2018/primer-vistazo/

Qué es la neutralidad de internet

Qué es la neutralidad de internet y por qué importa que el gobierno de Estados Unidos quiera acabar con ella http://www.bbc.com/mundo/noticias-42347631

sábado, 2 de diciembre de 2017

Un nuevo estudio pretende la vuelta al papel y al bolígrafo en las clases, argumentando que los ordenadores resultan una distracción y que la consecuencia es una peor comprensión del material explicado.

Un nuevo estudio pretende la vuelta al papel y al bolígrafo en las clases, argumentando que los ordenadores resultan una distracción y que la consecuencia es una peor comprensión del material explicado. La pretensión coincide con fuertes discusiones que llevan años teniendo lugar en el ámbito académico sobre ese mismo tema, en las que he tenido que ver a personas como mi admiradísimo Erik Brynjolfsson, manifestarse de manera entusiasta en ese mismo sentido, en un tema con el que no puedo estar más en desacuerdo (obviamente, admirar mucho a una persona por su contribución en un tema no implica estar de acuerdo con él en todo).

Pretender que volvamos al papel y al bolígrafo en pleno siglo XXI no puede ser un error más grave, y una prueba de que los estudios que pretenden evaluarlo están, sencillamente, mal diseñados. Es completamente absurdo. Cuando además se mezcla con ideas absurdas como el papel de la escritura en la psicomotricidad fina, unas habilidades que se desarrollan de manera mucho más eficiente con otro tipo de trabajos o ejercicios, la consecuencia es una cuadrilla de profesores pretendiendo eliminar de las clases la herramienta más poderosa y eficiente que hemos tenido nunca para replantear la educación, y una pretensión de seguir enseñando como lo hemos hecho siempre, con apuntes y clases magistrales, porque curiosamente, de forma “misteriosa”, es la manera que mejor funciona en las pruebas diseñadas para evaluar únicamente ese tipo de educación. Y cuando las métricas están mal, las conclusiones son sencillamente erróneas.

En efecto, los ordenadores en una clase pueden ser una fuente de distracción. Por supuesto que pueden serlo. Un ordenador es un dispositivo multifuncional, que permite hacer de todo, que aúna funciones de comunicación, con otras de entretenimiento y con infinidad de propósitos susceptibles de generar estímulos poderosos capaces de deteriorar la concentración en una clase. En ese sentido, tenemos que tener en cuenta que estamos evaluando a alumnos que nunca fueron adiestrados para utilizar un ordenador en clase, que lo usan porque a ellos les pareció cómodo tomar notas mediante el teclado frente a hacerlo a mano, algo en lo que están completamente en lo cierto: tomar notas de manera analógica implica un esfuerzo incómodo que genera un material que está en un soporte fósil, que no puede ser compartido más que mediante métodos tan arcaicos como hacer fotocopias, del mismo modo que lo hacía yo en mi carrera hace varias décadas. Pretender que sigamos así, tomando notas con papel y bolígrafo para fotocopiarlas y dejárselas a nuestros amigos me parece un insulto a la inteligencia, y una limitación enorme en la manera de entender la educación.

El problema de la falta de adiestramiento formal en el uso de un ordenador en clase es que todos los que lo utilizan han aprendido por su cuenta, y en general, lo hacen mal. Utilizar un ordenador en clase debería conllevar una cierta disciplina, una eliminación de las notificaciones, un intento de concentrarse en la función para la que se está pretendiendo maximizar el rendimiento. Debería implicar también un uso bidireccional: si se pretende utilizar un ordenador en una clase diseñada de manera unidireccional, en formato magistral, con un profesor contando cosas y los alumnos escuchando, el resultado es posible que no sea bueno, por multitud de factores. Pero es que las clases hace ya muchísimos años que deberían haber abandonado el formato magistral, el de la mera transmisión de información unidireccional entre profesor y alumno. El material debería ser facilitado al alumno nunca como apuntes, porque los apuntes son la negación del sentido común: si lo que quieres es que tus alumnos tengan unas notas de lo que les quieres contar… ¡entrégaselas en un maldito enlace, no les obligues a copiar lo que dices, porque el mero acto de copiar distrae con respecto a la comprensión de lo que les estás contando! Pídeles que se concentren en tu explicación, que te interrumpan cada vez que no entiendan algo, y que no se distraigan tomando notas, porque las tienen en la página del curso. Déjate de “dar apuntes”, que no es más que una actitud fósil que proviene de cómo se daba clase cuando la información era difícil de obtener y compartir. Abandonemos de una maldita vez esa tontería de “si lo copian en clase lo retienen mejor”, porque de hecho, que “retengan”, es decir, que “memoricen”, jamás debería ser la variable más importante. ¡Dale la vuelta a la maldita clase, utiliza el valioso tiempo de interacción para eso, para interaccionar, no para que pierdan miserablemente el tiempo copiando apuntes absurdamente!

Memorizar está enormemente sobrevalorado. De nuevo, una actitud que proviene de cuando la información era difícil de obtener porque había que desplazarse para ello, y que tendríamos que, en plena era Google, redefinir completamente: la memoria se alimenta con algoritmos RFV (recordamos lo más Reciente, lo más Frecuente y aquello a lo que más Valor atribuimos), y pretender forzar esos algoritmos pasando horas con los codos hincados ante unos apuntes es, sencillamente, antinatural y absurdo, no lleva a nada bueno. Nadie es mejor profesional de nada por saberse de memoria unos conocimientos determinados, y lo que la educación debería fomentar es que se entendiesen las cosas y se supiesen recuperar de un archivo al que tenemos acceso en todo momento con un simple dispositivo: lo verdaderamente importante, lo que necesitamos constantemente, ya se memorizará solo por reiteración en su uso. No, los jueces, los notarios y los registradores de la propiedad no son mejores por haberse pasado una media de cuatro años encerrados en su casa estudiando el temario y renunciando a todo tipo de vida social – y posiblemente a los esquemas más básicos de higiene personal – para superar una oposición. Son mejores profesionales no cuando memorizan más, sino cuando entienden mejor la base de lo que estudian: por qué una ley es como es, por qué evolucionó como evolucionó, cuándo tiene sentido aplicarla y cuándo resulta absurdo, qué excepciones tienen y de dónde vienen… hasta algo tan preciso como el Derecho tiene muchísimo que aprender de las nuevas necesidades metodológicas de la enseñanza.

El problema es pretender evaluar el ordenador, de nuevo, una herramienta poderosísima, midiéndolo erróneamente mediante tests basados en la retención de información. Es un error, empezando porque esa clase que pretendimos evaluar ya estaba, de por sí, completamente mal planteada, era obsoleta en su concepción, y no se adecuaba en absoluto a lo que deberíamos pretender como fin de la educación. Mientras sigamos evaluando así, por supuesto, nos quejaremos de que el alumno retiene menos cuando usa un ordenador que, además, ni siquiera le hemos explicado como utilizar para extraer rendimiento de sus clases, y pretenderemos que sigan tomando notas con papel y bolígrafo. ¿Por qué no con escritura cuneiforme? Seguro que el esfuerzo requerido para copiar las enseñanzas con un punzón sobre una tabla de arcilla hace que después lo memoricen mucho más…

No podemos partir de la idea de que el fin de una clase es que los alumnos salgan de ella con unas notas que reflejen lo que dijo el profesor, porque eso, sencillamente, no tiene ningún sentido. Obviamente, si instruimos a los alumnos en la toma de apuntes y de ello dependen sus posibilidades de preparar un examen, se pasarán toda la clase copiando o tecleando, y como los del chiste reproducido por mi querido Erik, copiarán todo lo que se les dice, sin siquiera procesarlo por su cerebro. Es un problemas de expectativas, de lo que les hemos dicho que pretendemos de ellos. Pero no, el fin del aprendizaje no es que escriban muy rápido, ni que tomen apuntes: son otras cosas, y se maximizan con otros métodos.

Es terriblemente difícil hablar sobre educación con quienes piensan que todo está bien y que tenemos que preservar la esencia de cómo se ha hecho durante siglos, porque la gran verdad es que la educación es un maldito desastre, es muy poco eficiente, y está basada en tristísimas rutinas que detraen mucho más valor del que realmente aportan. La educación necesitaría un replanteamiento tan radical, que lo que quedaría después de pasar por el mismo sería algo completamente diferente, procesos diseñados de manera completamente distintas, muchísimo más centrados en elementos que de verdad harían que las personas aprendiesen y se formase mejor, no se limitasen a ser capaz de repetir mantras obsesivamente durante un examen y, como mucho, una semana después. Mientras no replanteemos eso, pretender eliminar los ordenadores – o no plantearse siquiera ponerlos – porque “dificultan la retención” es de una irresponsabilidad brutal. A este paso, las instituciones educativas terminarán siendo lugares separados y aislados del resto del mundo, donde los alumnos no pueden entrar con “esos artefactos maléficos del diablo” porque “se distraen”, y donde les implantaremos un nuevo sistema operativo cerebral para disminuir sus capacidades y que piensen como pensaban hace mucho tiempo. Una soberana estupidez. Por favor, como principio general sin excepción necesitamos más ordenadores y dispositivos en clase, no menos, y de paso, replantearnos cómo damos clase y si conceptos como el tomar apuntes, la retentiva y muchos otros, en pleno siglo XXI, siguen teniendo algún tipo de sentido

Gaga de Elías Piña