martes, 5 de mayo de 2020

"Cualquiera que para de aprender se hace viejo, tanto si tiene 20 como 80 años. Cualquiera que sigue aprendiendo permanece joven. Esta es la grandeza de la vida".

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"Cualquiera que para de aprender se hace viejo, tanto si tiene 20 como 80 años. Cualquiera que sigue aprendiendo permanece joven. Esta es la grandeza de la vida".

Henry Ford

Esta semana he vuelto a leer un libro y medio: la segunda mitad de ¿Cómo aprendemos?: una aproximación científica al aprendizaje y la enseñanza (Editorial Graó, enero 2020); y el ensayo en catalán, Llibertat interior (Columna, marzo, 2020), de un periodista al que admito y aprecio mucho, Gapar Hernàndez (L'Ofici de viure -Catalunya Ràdio/TV3).

Aunque aparentemente son dos libros que tienen muy poco que ver, el primero es científico y el segundo espiritual, desde mi punto de vista tienen un nexo común: el inconsciente. Por otro lado, sus autores, Héctor Ruiz Martín y el susodicho Gaspar Hernàndez, poseen dos tipos de inteligencia que valoro mucho, el primero es un representante paradigmático de la erudición, mientras que el segundo se halla en la senda (ilimitada) de la sabiduría.

En este post, tal como prometí la semana pasada (https://www.linkedin.com/pulse/ayudar-pensarense%25C3%25B1ar-aprender-i-dr-joaquim-valls/?trackingId=r46aai6IThqT5KyX9e05%2BQ%3D%3D), voy a centrarme en cómo enseñar a aprender a nuestr@s alumn@s y a nuestr@s hij@s.

Aprender de memoria versus aprender con la memoria

"Somos lo que hacemos repetidamente. La excelencia, entonces, no es un acto, es un hábito".

Aristóteles.

Mientras que todo el mundo entiende que la reiteración y la práctica de ejercicios es fundamental para la asunción de habilidades motoras, como andar en bicicleta, conducir un coche, bailar o jugar al tenis, existe la creencia errónea, de que memorizar no sería recomendable para interiorizar los conceptos numéricos complejos.

Crucemos los brazos sobre el pecho y miremos cómo han quedado posicionadas las manos. A continuación, crucémoslos de manera que queden al revés:

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En términos de Stanislas Dehaene, nuestra manera habitual de cruzar los brazos la habríamos aprendido de pequeños, la repetimos un sinfín de veces y quedó consolidada (interiorizada) para siempre en nuestra mente.

"Nuestro cerebro dispone de mecanismos de automatización que 'compilan' las operaciones que utilizamos periódicamente a modo de rutinas más eficaces. (la automatización) libera los recursos de la corteza cerebral. Las redes del control ejecutivo de la corteza parietal y prefrontal imponen un cuello de botella cognitivo: no pueden hacer dos cosas a la vez (...) Así, en la medida en que un aprendizaje no está automatizado, acapara los preciosos recursos de la atención ejecutiva e impide que el niño se concentre en cualquier otra cosa."

Este es el error (sin duda bien intencionado) de los mejores docentes de asignaturas numéricas: se esfuerzan (hasta el agotamiento propio y ajeno) en intentar que sus estudiantes entiendan los ejercicios para a posteriori aprender a resolverlos y aspirando que los sepan transferir a otros contextos, cuando en general al cerebro estas operaciones, como hemos visto más arriba, le devienen muy difíciles o incluso imposibles.

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Educar el inconsciente cognitivo matemático deviene una práctica de lo que José Antonio Marina denomina la memoria inteligente (1993): una suerte de memoria implícita comparable a un hábito muscular, como puede ser nadar. Aprender matemáticas es, en este sentido, “un suceso análogo salvo que la respuesta no es directamente muscular, como en la natación. Los estímulos son simbólicos. números y signos de las operaciones-, y los resultados también lo son.” (Marina, 1993).

¿A qué nos referimos al hablar de ‘repetición estratégica’?

Desde luego, no a la mera repetición mecánica, mediante estudio y reestudio, del ineficaz, al menos a largo plazo, aprendizaje memorístico (Rowland, 2014), que no contribuye para nada a la educación del inconsciente cognitivo matemático.

“Lo que de mala manera se llama aprender de memoria, debería llamarse aprender a repetir, sin entender, informaciones que no se integran en otros conocimientos. Cuando un experto aprende, reestructurando todo su paisaje mental con la nueva información y sirviéndose de ella para nuevas tareas, también está aprendiendo de memoria, pero aprende otras cosas.” (Marina, 1993).

Se trata de emplear la memoria para aprender (aprendizaje activo) no de aprender de memoria (aprendizaje pasivo).

En efecto, el esfuerzo es clave para el aprendizaje: “Hacer que las condiciones de aprendizaje sean más difíciles, lo que requiere mayor esfuerzo cognitivo por parte de los estudiantes, a menudo redunda en una mayor retención” (Zaromb, Karpicke y Roediger, 2010).

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En consecuencia, al hablar de repetición estratégica nos referimos al estudio mediante la evocación, que atiende de una tacada los tres últimos pilares del aprendizaje establecidos por Dehaene (2019), a saber: el compromiso activo, la revisión  a partir del error, y la consolidación; y que, asimismo, posibilita la educación del inconsciente cognitivo matemático en aras de conseguir que el alumno alcance, al menos, una expertice (pericia) similar a la del profesor, y sea capaz de transferir el conocimiento adquirido a otras materias numéricas en un tiempo de aprendizaje razonable. (Valls, 2015).

Mientras que la repetición mecánica vulnera el segundo pilar (el del compromiso activo), la mera resolución de deberes (que sí lo verifica) solo cumple el tercero (revisión a partir del error) de forma mediata, porque, aunque el alumno conozca de antemano el resultado al que debe llegar, si no lo alcanza, solo se percatará de dónde se ha equivocado cuando reciba el feedback del profesor o de la profesora.

En cambio, como muestra la investigación cognitiva, la evocación mejora de manera muy significativa el aprendizaje (Karpicke y Roediger, 2008).

Si durante la sesión de aprendizaje en clase el profesor de matemáticas ha optimizado el tiempo, ordenando de manera adecuada los ejercicios, empleando colores para dirigir la atención y secuenciando los algoritmos resolviendo simultáneamente diversos problemas Como vimos en ele post anterior citado), el alumno dispondrá de una masa crítica adecuada de apuntes, para estudiar por evocación (es decir, “repetir” los ejercicios hechos en clase atendiendo solo a sus enunciados y tratando de comprobar si recuerda cómo deben resolverse).

La repetición por evocación descrita presenta diversas ventajas para el alumno:

1ª) Requiere un mayor esfuerzo que la mera repetición lo que, como ya hemos visto, redunda en una mejor retención de lo aprendido. Pero se trata de un esfuerzo razonable. Robert y Elizabeth Björg, egregios investigadores de la memoria y el aprendizaje hablan de dificultades deseables porque las circunstancias de la evocación dificultan el aprendizaje, lo que es deseable, pero no lo imposibilitan.

2ª) Exige practicar, lo que ayuda a la automatización de los conocimientos. " Los experimentos sobre el comportamiento sugieren que hay una transformación gradual de la memoria de corto plazo y que, además, esa transformación se logra mediante la repetición. La práctica implica perfección" (Kandel, 2007).

3º) Promueve el aprendizaje por comprensión y la capacidad de transferencia (Karpicke, 2012; Karpicke y Blunt, 2011).

4º) Confiere un inmediato feedback a partir del error, puesto que puede comprobar si se ha equivocado, y sobre todo dónde, simplemente con consultar los apuntes.

Día semana y mes: el timing adecuado para educar el inconsciente cognitivo

"Los analfabetos del siglo XXI no serán aquellos que no sepan leer y escribir, sino aquellos que no sepan aprender, desaprender y volver a aprender".

Alvin Toffler.

En este sentido, deviene estratégico el timing en el que se deben llevar a cabo las diversas evocaciones para educar adecuadamente el inconsciente cognitivo matemático del alumno, puesto que esta estrategia de interiorización del conocimiento se torna más efectiva cando se ha olvidado un poco lo aprendido, por lo que espaciar las sesiones de estudio favorece el aprendizaje a largo plazo (Karpicke y Roediger, 2007).

El timing en el que se deben realizar las diversas evocaciones para educar adecuadamente el inconsciente cognitivo matemático no es baladí, ya que esta estrategia de interiorización del conocimiento se torna más efectiva cando se ha olvidado un poco lo aprendido. Espaciar las sesiones de estudio favorece el aprendizaje a largo plazo (Karpicke y Roediger, 2007).

La experiencia demuestra que la memoria puede multiplicarse por tres si se revisa la información a intervalos en lugar de intentar aprender todo de una sola vez. La distribución del aprendizaje produce el efecto citado de la dificultad deseable, que inhibe el mero almacenamiento en la memoria operativa (de corto plazo), fuerza a los circuitos requeridos a trabajar más (Dehaene, 2019) y prolonga su efectividad en el tiempo si el espacio entre sesiones se va incrementando (Kang, 2016).

En la práctica con alumnos universitarios de ADE, mayoritariamente procedentes de Bachillerato Social (Valls, 1978-2020), estudiar mediante evocación siguiendo el timing que muestra el siguiente gráfico, se ha demostrado muy eficaz en la interiorización del conocimiento de asignaturas numéricas, el aumento en la capacidad de plantear problemas nuevos, la aparición de “ideas felices”, e incluso en la transferencia a otras materias. (Fuente: Valls 2015):


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En honor a la verdad, la práctica con alumnos citada no es seguida por todos, de modo que, si no les conmina a hacerlo, las encuestas indican que la mayoría no se sienten motivados a seguir esta estrategia de estudio (Karpicke et al., 2009). Ello es debido a que los métodos tradicionales basados en releer, o copiar los ejercicios, que requieren menos esfuerzo cognitivo, producen una gratificante sensación de haber aprendido que, sin embargo, en el mejor de los casos solo suponen un aprendizaje de muy corta duración (Karpicke, 2012).

En este sentido, la práctica con los alumnos aludidos confirma que las pruebas de evaluación son muy efectivas (Roediger y Karpicke, 2006), especialmente si suponen un porcentaje, significativo, de, al menos el 10% cada una, en la nota final y, sobre todo, si la materia evaluada se va acumulando. De nuevo la experiencia muestra que una prueba cada cuatro semanas deviene muy eficaz.


"Las diminutas cadenas de los hábitos son generalmente demasiado pequeñas para sentirlas, hasta que llegan a ser demasiado fuertes para romperlas".

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"Las diminutas cadenas de los hábitos son generalmente demasiado pequeñas para sentirlas, hasta que llegan a ser demasiado fuertes para romperlas".

Samuel Johnson

A los pocos días de iniciarse el confinamiento, en casa se estropeó una de las puertas de la cocina (la que conduce al pasillo, que a su vez permite acceder a baños, dormitorios, despacho y biblioteca), lo que nos obligaba a dar un rodeo por el salón-comedor para desplazarnos a cualquier habitación. El profesional que habitualmente se encarga de remendar los desperfectos de nuestra vivienda (quien suscribe estas líneas es todo lo contrario de un "manitas"), se acababa de romper un brazo y no nos podía ayudar, de modo que sobrellevamos esta "pequeña" molestia con resignación cristiana.

La fuerza del hábito al principio me condenaba a inconscientemente darme de bruces con la susodicha puerta estropeada cada vez que intentaba salir de la cocina. Tardé unos cuantos días en acostumbrarme a evitar esa salida y ya, tan solo, muy de vez en cuando, como siempre absorto en mis cosas, me encontraba, lerdo de mi, girando inútilmente el pomo averiado.

Hasta el pasado lunes, y gracias a la sabia intervención de mi maravillosa esposa, no logramos que un operario del seguro nos resolviera el problema. Y ahora viene lo curioso: sigo pasando por el salón-comedor cada vez que quiero acceder a la cocina y viceversa. ¡Han bastado cinco semanas para crear un nuevo hábito!

Los hábitos y nuestra segunda naturaleza

"Sucede con los hábitos arraigados que siguen en pie aun después de haber desaparecido las necesidades que los formaron".

Etienne B. Condillac

Busco en google la palabra "hábito", y aparece una interesante polisemia:

  1. Práctica habitual de una persona, animal o colectividad.
  2. Traje que visten los miembros de una orden religiosa.

Les ruego que no olviden esta segunda acepción que identifica hábito con indumentaria.

Lo que percibimos como nuestra personalidad se subdivide, en realidad, en dos componentes: el temperamento (la "primera naturaleza") y el carácter (la "segunda naturaleza"), que supone, según recientes investigaciones, al menos el 60% de nuestra manera de ser. Mientras que el primero es genéticamente heredado y, en gran parte, inmutable, el segundo es aprendido y, en consecuencia, susceptible de desaprenderse.

El padre de la psicología, William James (1842-1910) afirmaba que "Toda nuestra vida, en cuanto a su forma definida, no es más que un conjunto de hábitos". Se equivocaba James en la exageración: toda no, tan solo el 60%. Pero acertaba en el diagnóstico: el carácter que, puede entenderse como nuestra segunda piel (o si se me permite, el traje que reviste la desnudez de nuestro temperamento), está constituido por nuestras rutinas inconscientes aprendidas a partir de reiteradas sugestiones y actos repetidos, en general de forma acrítica, una infinidad de veces. El sagaz pensador griego Aristóteles (385 aC-323 aC) ya se había percatado de ello cuando afirmó que "Somos lo que reiteradamente hacemos."

Como explica, Charles Duhigg, en su excelente y muy recomendable libro El poder de los hábitos (Urano, 2012), el hecho de que gran parte de nuestra personalidad no sea inmutable es una magnífica noticia: basta sustituir aquellos hábitos que nos alejan de la excelencia (mediante un entrenamiento elegido y bien dirigido), por, parafraseando a Stephen Covey, "los hábitos de la gente altamente efectiva", para poder transformar y, por supuesto, mejorar, nuestra manera de ser.

Sin embargo, "el poder de los hábitos" también y, en gran medida, puede jugar en nuestra contra, dada su enorme fuerza gravitatoria: no es para nada simple cambiar un hábito ineficaz por otro más efectivo, porque una vez adquirido, máxime si no somos conscientes de ello, se resiste con uñas y dientes a ser sustituido. De ahí que reinventarse devenga tan factible como complicado.

Basta pensar, en cómo de incómodo se nos hace el confinamiento, que nos ha obligado a alterar tantas y tantas de nuestras costumbres, muchas de las cuales nos pasaban absolutamente desapercibidas. Sin embargo, a la fuerza ahorcan, hemos sustituido unas rutinas por otras, y nos hemos percatado que vivir de otra manera también es posible.

¿Cómo nos afectará el cambo de hábitos acaecido durante el confinamiento?

"Los hábitos son una segunda naturaleza que destruye a la primera".

Blaise Pascal

Justo cuando se inició el confinamiento el periódico Regió 7, en el que colaboro habitualmente en una sección titulada "Aula d'Economia i Empresa", me encargó un artículo en el que se me solicitaba vaticinar cómo cambiaría el mundo después de la pandemia Covid-19.

Me excusé sobre los resultados de mi predicción con un chiste propio de mi gremio: "Los economistas invertimos cinco años para elaborar una teoría, y cinco años más en justificar porqué no se ha cumplido", lo que nos conmina a entender que no somos meteorólogos, sino a lo sumo médicos: nos proclamamos incapaces de saber de antemano lo que sucederá ,y únicamente podemos aspirar a(todavía está por ver que lo consigamos), curar (o siendo más modestos, corregir), los efectos negativos de lo sucedido.

Me tiré a la piscina, aun temiendo que no hubiera agua. titule el artículo El Coronavirus: una oportunidad y vaticiné que al menos se producirían dos transformaciones sociales dignas de ser consideradas: una vuelta a informarse a través de fuentes oficiales o altamente reconocidas, evitando hacerlo como hasta ahora a partir de lo publicado en redes sociales; y el descubrimiento por parte de mucha gente de las bondades del teletrabajo, las reuniones mediante videoconferencia, o de la formación on line, lo que supondría un inmenso ahorro de recursos, que redundaría en convertir nuestro mundo en ecológicamente más sostenible.

No es oro todo lo que reluce. Cuando termine el confinamiento habrá que hacer balance. Quien más quien habrá descubierto también los inconvenientes del teletrabajo, las videoconferencias o de la formación on line, y aquellos que defienden "alegremente" (aunque armados de toda la razón del mundo), apostar por revertir de forma drástica el cambio climático, se habrán percatado que la indudable disminución de la contaminación que ha supuesto "quedarnos en casa" y reducir a mínimos la actividad económica, se paga con un trágico aumento del paro y una disminución de la riqueza que destruye la sociedad del bienestar.

Sin embargo, la finalidad de mi reflexión en este post se dirige por otros derroteros. Me preocupa el impacto social y económico de la eventual consolidación de los nuevos hábitos adquiridos durante el confinamiento y el profundo cambio que van a suponer. Basta darse cuenta, de en qué medida han cambiado ya nuestros hábitos de consumo. En Amazon, sin ir más lejos, se frotan las manos.

Quien suscribe estas líneas, un agnóstico digital confeso, ha descubierto App muy útiles a las que, de no ser por la actual coyuntura, no habría prestado la más mínima atención. Y si las librerías siguen cerradas, ¿cuánto tardaré en acostumbrarme a adquirir y a leer e-books?

¿Cuántas personas se habrán acostumbrado para siempre, en este mismo sentido, a comprar la mayoría de los productos en comercios on line, en lugar de hacerlo en sus tiendas de barrio habituales?

¿Cuánto tardaremos en acudir a restaurantes sin sentir cierta aversión? ¿Conseguiremos relacionarnos de forma afectuosa con los demás sin identificarlos con posibles portadores de todo tipo de virus? ¿Cuánto tiempo será necesario para que recuperemos la confianza, condición sine qua non de las relaciones empresariales?

Si la retransmisión de acontecimientos deportivos a puerta cerrada se hace norma durante un largo período de tiempo y nos acostumbramos a verlos por televisión. con realizaciones cada vez más espectaculares, ¿nos sabrá a poco volver a contemplar en vivo y en directo?

¿Y qué sucederá con la cultura? ¿Nos habremos habituado a consumirla definitivamente de forma gratuita gracias a Internet? ¿Sentiremos reparos de acudir a salas cinematográficas a ver los estrenos? ¿Nos adaptaremos a gozar del teatro, la danza, la Ópera o todo tipo de conciertos codo con codo e incluso hacinados en recintos que se nos antojarán insalubres?

No desestimemos el poder de los hábitos y su enorme fuerza transformadora para lo bueno y, desgraciadamente, también para lo malo, o de lo contrario el cambio nos pillará,una vez más, desprevenidos.


volvér al cole

El arranque del próximo curso escolar amenaza tanta incertidumbre como el cierre del presente, en el que los centros educativos llevan clausurados desde el 16 de marzo por el estado de alarma y su reapertura, y solo para casos muy concretos, está condicionada por la evolución de la pandemia.

De acuerdo con el plan de vuelta a la nueva normalidad, se ha dicho que los centros abrirán para prestar apoyo de los niños hasta los seis años, en el caso de que ambos progenitores deban acudir a su puesto de trabajo. Pero ¿es siquiera esto factible? Muchas familias que están en esas circunstancias no quieren poner en peligro a sus hijos. Se requiere que se mantenga la distancia de seguridad, pero ¿van a estar los colegios preparados para eso? ¿Somos todos conscientes de cómo son los pequeños a esa edad? Y las dudas van más allá: ¿qué ocurre con aquellos entre seis y 16 años?

Muestro mi enorme preocupación por estas medidas hechas públicas por el Gobierno central en relación a la inminente apertura de los centros de Educación Infantil, alumnos de 0 a 6 años, y los institutos para los alumnos de 2º de Bachillerato, con carácter voluntario.Considero que no se dan las condiciones adecuadas de seguridad para esa vuelta a los centros educativos.

En la misma línea apuntan declaraciones que plantean la posibilidad de que esa medida se pudiera hacer extensiva en un corto plazo de tiempo al resto de alumnos mayores de 6 años. Declaraciones que igualmente me parecen preocupantes.

Entiendo el problema de conciliación que se puede plantear en muchos hogares en las próximas semanas, con padres y madres que deban volver a sus trabajos de manera presencial, pero, tras el enorme esfuerzo realizado por toda la sociedad durante varias semanas de confinamiento, creo que sería un error tomar decisiones precipitadas sin garantizar en los centros educativos las medidas de distanciamiento recomendadas por las propias autoridades sanitarias.

La vuelta a las aulas de forma voluntaria de un número indeterminado de alumnos puede suponer un riesgo para los propios alumnos y para los profesionales que los atiendan, tanto docentes como personal de servicios educativos complementarios, y es un riesgo que, creo que a estas alturas del curso, no merece la pena correr.

Estas situaciones pueden ser especialmente complicadas en los primeros niveles de enseñanza, de 0 a 6 años, con un alumnado que no tiene adquiridas rutinas de distanciamiento social ni de higiene. Pero también en el resto de niveles educativos, en función del número total de alumnos que finalmente se incorporen de manera voluntaria a las aulas, se pueden plantear problemas respecto a las distancias a respetar, el uso de materiales compartidos y los espacios comunes.

Otro problema añadido sería el desplazamiento del propio personal de los centros educativos, que en muchos casos no reside en la población donde trabajan, algunos de ellos deberían incluso cambiar de provincia, algo que no está permitido en los planes de desescalada que se han dado a conocer. También hay alumnos que tendrían que utilizar el transporte escolar para llegar a los centros.

Habría que considerar, además, la posibilidad de que muchos docentes tuvieran que mantener las actividades online, que actualmente están compartiendo con sus alumnos, con otras actividades presenciales dirigidas a aquellos alumnos que decidieran asistir presencialmente a clase. Entendemos que mantener simultáneamente ambos sistemas es ir más allá de lo razonable. Recordamos que el profesorado viene realizando desde el comienzo de la crisis sanitaria un sobreesfuerzo digno de elogio, ha aumentado telemáticamente de manera considerable sus horas de docencia y atención a alumnos y familias.

Creo que es el momento de que nuestra administración educativa se centre en la planificación del próximo curso escolar ( que bastante lío ha organizado con sus declaracionbes Celaá), la resolución de múltiples convocatorias que aún están por resolver y para las que cada vez los plazos son más ajustados y tome la decisión de una posible vuelta a las aulas, aunque sea de manera voluntaria, solo cuando esté completamente garantizada la seguridad de los trabajadores y del alumnado de los centros educativos.































La Federación de Enseñanza de Comisiones Obreras de Extremadura muestra su preocupación por las últimas medidas hechas públicas por el Gobierno central en relación a la inminente apertura de los centros de educación infantil, alumnos de 0 a 6 años, y los institutos para los alumnos de 2º de Bachillerato, con carácter voluntario. Consideramos que no se dan las condiciones adecuadas de seguridad para esa vuelta a los centros educativos.

En la misma línea apuntan las últimas declaraciones del Presidente de la Junta de Extremadura, que ha adelantado la posibilidad de que esa medida se pudiera hacer extensiva en un corto plazo de tiempo al resto de alumnos mayores de 6 años. Declaraciones que igualmente nos parecen preocupantes.

Entendemos el problema de conciliación que se puede plantear en muchos hogares en las próximas semanas, con padres y madres que deban volver a sus trabajos de manera presencial, pero, tras el enorme esfuerzo realizado por toda la sociedad extremeña durante varias semanas de confinamiento, creemos que sería un error tomar decisiones precipitadas sin garantizar en los centros educativos las medidas de distanciamiento recomendadas por las propias autoridades sanitarias.

La vuelta a las aulas de forma voluntaria de un número indeterminado de alumnos puede suponer un riesgo para los propios alumnos y para los profesionales que los atiendan, tanto docentes como personal de servicios educativos complementarios, y es un riesgo que, creemos, a estas alturas del curso, no merece la pena correr.

Estas situaciones pueden ser especialmente complicadas en los primeros niveles de enseñanza, de 0 a 6 años, con un alumnado que no tiene adquiridas rutinas de distanciamiento social ni de higiene. Pero también en el resto de niveles educativos, en función del número total de alumnos que finalmente se incorporen de manera voluntaria a las aulas, se pueden plantear problemas



La vuelta a las aulas de forma voluntaria de un número indeterminado de alumnos puede suponer un riesgo para los propios alumnos y para los profesionales que los atiendan, tanto docentes como personal de servicios educativos complementarios, y es un riesgo que, creemos, a estas alturas del curso, no merece la pena correr.

Estas situaciones pueden ser especialmente complicadas en los primeros niveles de enseñanza, de 0 a 6 años, con un alumnado que no tiene adquiridas rutinas de distanciamiento social ni de higiene. Pero también en el resto de niveles educativos, en función del número total de alumnos que finalmente se incorporen de manera voluntaria a las aulas, se pueden plantear problemas respecto a las distancias a respetar, el uso de materiales compartidos y los espacios comunes.

Otro problema añadido sería el desplazamiento del propio personal de los centros educativos, que en muchos casos no reside en la población donde trabajan, algunos de ellos deberían incluso cambiar de provincia, algo que no está permitido en los planes de desescalada que se han dado a conocer. También hay alumnos que tendrían que utilizar el transporte escolar para llegar a los centros.

Habría que considerar, además, la posibilidad de que muchos docentes tuvieran que mantener las actividades online, que actualmente están compartiendo con sus alumnos, con otras actividades presenciales dirigidas a aquellos alumnos que decidieran asistir presencialmente a clase. Entendemos que mantener simultáneamente ambos sistemas es ir más allá de lo razonable. Recordamos que el profesorado viene realizando desde el comienzo de la crisis sanitaria un sobreesfuerzo digno de elogio, ha aumentado


Gaga de Elías Piña