sábado, 3 de agosto de 2019

JOAQUIM VALLS FELICIDAD, ¿INDUSTRIA O CIENCIA?






JOAQUIM VALLS

FELICIDAD, ¿INDUSTRIA O CIENCIA?



, 10:55 am


Sin categoría


“La mente lúcida es lo único que libera y conforta, observa la realidad sin engaños, permite la transformación y, en consecuencia, es la que detenta el código de la felicidad”.

Mónica Esgueva

Antes de escribir Genial mente: las claves de la inteligencia, el talento y la creatividad (Obelisco, 2014) me impuse leer la conocida novela de Don Miguel de Unamuno, Amor y pedagogía (1902) para rebajar mis elevadas expectativas sobre la capacidad humana de aprender, puesto que en mi dilatada experiencia enseñando matemáticas universitarias, año tras año me encuentro alumn@s «ordinari@s» que mediante el entrenamiento numérico que les propongo obtienen resultados «extraordinarios».

En Amor y pedagogía  su protagonista, Avito, se pone como meta principal hacer de su hijo Federico un genio, empleando las técnicas de la «moderna pedagogía», puesto que es de la opinión, que un genio es como la abeja reina: nace igual a los demás pero por la forma en la que se les educa y trata durante el periodo de su crecimiento se hacen diferentes física o intelectualmente. Permítaseme el spoiler, la historia no tiene un final feliz: ¡el chaval se suicida!

En la introducción de Genial mente, que el sabio y admirado José Antonio Marina tuvo la amabilidad de prologar, cité, a modo de advertencia, precisamente un texto de JAM: «Vivimos un momento de exaltación democrática voluntarista. Un libro reciente de gran éxito -hecho por un competente psicólogo- se titula El genio que todos llevamos dentro. Otro Todos los niños pueden ser Einstein. Ambos títulos son mero marketing«.

Leí tanto los dos libros referidos por Marina (cuyos autores son respectivamente, David Shenk y Fernando Alberca), como la nivula de Unamuno, para prevenirme, por un lado, de la mercadotecnia y, por el otro, del optimismo exagerado, a pesar de la  boutade, «Si tienes carné de conducir ¡TÚ PUEDES SER UN GENIO!», que aparece en la portada y de la que daba cumplida cuenta en las páginas del interior.

La industria de la felicidad

«La felicidad no se consigue por la búsqueda consciente de la felicidad; generalmente es el subproducto de otras actividades».

Aldous Huxley

Como saben mis fieles lecto@s del presente blog, durante este mes de agosto me hallo en plena elaboración de la segunda parte del bi-libro que estoy escribiendo este verano, cuya cubierta reza Valiente mente, y promete: reeduca tu inconsciente para vivir sin miedos, y en cuya contra-cubierta se lee Feliz mente: los cinco pilares de la felicidad. Pues bien, esta semana me he impuesto compaginar la lectura de la extensa e interesantísima obra del Dr. Luis Aguado, Cuando la mente encontró su cerebro (Alianza Editorial, 2019), que dará para al menos dos posts en esta misma sección, con La industria de la felicidad  (Malpaso, 2016), escrito por el sociólogo y economista  británico, William Davies, de nuevo para prevenirme de no caer ni en el lado oscuro del marketing, ni en la perversidad de la manipulación política.

«De un tiempo para acá -denuncia Davies- pareceríamos estar obligados a ser felices. Tanto los Estados como el mercado y la tecnología nos convocan a dejar atrás el malestar (y, de paso, la inconformidad) y a disfrutar (¡sin protestar, por favor! ) el presente. Pero ¿es eso la felicidad?» y añade: «Este libro -un oportuno antídoto contra esas fáciles obras de superación personal que atestan las mesas de novedades- explora el modo en que nuestras emociones se volvieron, para bien o para mal, la religión de esta era».

He titulado provisionalmente ¿La felicidad un derecho o un deber? al primer capítulo de Feliz mente, y  la tesis que sostengo, es que hemos creído erróneamente que la felicidad es un derecho individual, cuando a mi modesto entender ,se trata de «Un deber mancomunado», es decir, una tarea colectiva. Sin embargo, el libro de William Davies tendría que prevenirnos de caer en algo así como el Mundo feliz , que nos describía Aldous Huzley en 1932, y desde luego he huido, huyo, y voy a continuar huyendo de escribir «esas fáciles obras de superación personal que atestan las mesas de novedades.»

La ciencia de la felicidad

La teoría de la psicología logra diluir el conflicto entre felicidad individual y altruismo, abogando por la búsqueda de las emociones positivas frente al abandono personal en las negativas”.

Álex Rovira

En mi Inconsciente Cognitivo conviven dos almas, la de economista y la de doctor y neuropsicólogo, no es de extrañar por consiguiente, que hace años leyera con sumo interés el libro del también economista británico Richard Layard, Felicidad: lecciones de una nueva ciencia (Taurus, 2005). Layard es  fundador del Center for Economic Performance de la London School of Economics, uno de los principales centros de investigación económica de Europa, y decidió apartar los números momentáneamente y dedicarse a la escritura para poner sobre papel el resultado y análisis de investigaciones de economía, psicología, neurología, sociología, filosofía y política social referidos al individuo. «Los economistas tienen una idea bastante limitada de lo que influye en el individuo y deben colaborar más con los psicólogos para establecer propuestas que beneficien a todos», afirma. Y tal vez, en esta aseveración debe buscarse mi vocación tardía de formarme como doctor y neuopsicólogo. Y concluye: «La ciencia económica identifica, la mayoría de las veces, felicidad con poder adquisitivo, y esa afirmación no es nada acertada. Las vidas de los occidentales son mucho más cómodas que hace 50 años: mayor calidad de vida, más ropa, comida, dinero, más vacaciones, trabajos más agradables y mejor salud, y por todo ello no somos más felices que nuestros antepasados».

El coste económico de la infelicidad

«Hijo mío, la felicidad está hecha de pequeñas cosas: un pequeño yate, una pequeña mansión, una pequeña fortuna».

Groucho Marx

De acuerdo, el dinero no hace la felicidad, pero desde hace años mi alma financiera se cuestiona por el dispendio que supone para las empresas el  eventual malestar psíquico de sus trabajador@s. William Davies lo expone en su libro: «Los economistas de la felicidad son capaces de cuantificar y poner precio al problema de la tristeza y la alienación. Por poner un ejemplo, la empresa especializada en encuestas de opinión Gallup ha estimado que la infelicidad de los empleados suposo en 2013 un coste de 500 millardos de dólares para la economía estadounidense, por causa del descenso en la productividad, la reducción de la ganancia impositiva y el incremento en gastos de asistencia sanitaria.»

Dicho de otra manera el coste en euros de la infelicidad en las empresas es de ¡449.250.000.000, solo en EEUU!

Me pregunto que hay de malo en defender en Feliz mente los beneficios, en términos tanto de reducción de costes (vía disminución de bajas laborales) como de incremento de ingresos (mediante un aumento de ventas), que acarrea la implantación del coaching neurocaligráfico, que he ideado, cuando además garantiza el bienestar psicológico de emplead@s y directiv@s, y supone una inversión para la empresa, en tiempo y dinero, muy asequible.

El economista, coach y excelente escritor, Raimon Samsó, en un sentido parecido, publicó Dinero feliz (Obelisco, 2014) y afirmaba: «El mundo de los negocios es una amalgama de personas entre quienes sin duda hay una inmenso colectivo de: creatividad, innovación, iniciativa y diferentes talentos. Los empresarios son personas que “luchan”, vencen sus miedos, se entregan a su intuición… gente que se trabaja a sí misma cada día porque en su contexto no hacerlo sería un suicidio económico.

«Ahora, imaginemos que además de talento esas personas llevan su corazón a sus negocios y los dirigen desde sus más profundos valores. Pues bien, esto ya ha empezado a ocurrir. Te aseguro que hablo con muchos empresarios, y muchos, muchísimos más de los que te imaginas, llevan una práctica espiritual de meditación cada mañana.

«Conceptos como: dinero feliz, marketing espiritual, emprendedor social, liderazgo desde el alma, emprendedores con corazón, bien común, economía de la felicidad, ética… entran ahora en la economía (en la economía espiritual).»

 

¿Cuál es el precio de la felicidad?

La creencia de que podemos contar con accesos directos a la felicidad, la alegría, la comodidad y el éxtasis, en lugar de trabajar estos sentimientos con el ejercicio de las fortalezas y virtudes personales, conduce a legiones de personas que, en medio de una gran riqueza, están hambrientos espiritualmente”.

Martin Seligman

El filólogo y MBA por el Instituto de Empresa, Luisgé Martín en su excelente y provocador ensayo El mundo feliz (Anagrama, 2018) se pregunta «¿Es posible la felicidad? El autor es un pesimista lúcido y radical, y para ello baste el botón de la frase inicial del libro: «La vida es un sumidero de mierda, un acto ridículo o absurdo, pero nos comportamos ante ella con una estricta solemnidad, convirtiendo en mito o en literatura todo lo que la afecta.»

Después de verter una crítica despiadada a conceptos tan axiomático de la civilización como “Felicidad”, “Libertad”, “Igualdad” y “fraternidad”  en el último capítulo, que toma prestado el nombre del título del libro de Aldous Huxley citado, Luisgé Martín reproduce el alegato del Salvaje, (el personaje revolucionario de Un mundo feliz) en el que reclama “el derecho a envejecer, a volverse feo e impotente (…) a vivir en el temor constante de lo que pueda pasar mañana” y lo tilda de anacrónico, trasnochado e irritante. Y constata: “Todos los esfuerzos dedicados a la humanidad a lo largo de los siglos para erradicar enfermedades y mejorar la calidad de vida no pueden despacharse con esa impostura caballeresca, de desapego, de reinvindicación artificiosa del espíritu sufriente del ser humano.” Y concluye que “no es verdad que alguien acepte con indiferencia la vejez, la fealdad o la muerte.”

Acepto y, voy a tener muy en cuenta durante la elaboración de Feliz mente, la advertencia citada más arriba de William Davies -«Nos convocan a dejar atrás el malestar (y, de paso, la inconformidad) y a disfrutar (¡sin protestar, por favor!) el presente.-, o los temores futuristas (pero cada vez más cercanos a nuestra realidad) de Aldous Huxley, y voy a tratar por todos los medios de no ser un colaboracionista del poder y de su uso perverso de los algoritmos para domesticarnos. Pero no por ello voy a renunciar a luchar con denuedo para ayudar a mis semejante a vivir sin miedos y a alcanzar una vida plena, y a que las empresa con corazón, como sugiere Samsó, sean rentables, a pesar de que el objetivo de ganar dinero sea el motor que las impulse a contribuir al bienestar de las personas que colaboren en ellas.

 

COMPARTIR

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Comentario

Nombre *

Correo electrónico *

Web

Vive sin miedos.


Descarga mi Ebook gratuito 5 Herramientas Neuro-Caligráficas para vivir sin miedos.


©2018 Quim Valls / Aviso legal / Contactar


No hay comentarios:

Publicar un comentario

Gaga de Elías Piña